Seguramente, alguna noche habrás salido de fiesta con tus amigas, y habrás pensado en pedir una copa. O unas cervezas, un viernes por la tarde. Pero mejor que no lo hagas.
El alcohol que ingerimos pasa por nuestro corriente sanguíneo y va directo al cordón umbilical, o sea, a nuestro/a bebé. No parece muy recomendable darle alcohol a un niño/a, ¿verdad?
Desde los Centros para el Control y la Prevención de enfermedades aseguran que el consumo de alcohol durante el embarazo puede provocar lo que se conoce como los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF), que incluyen diversas enfermedades.
Entre ellas, la más peligrosa y destacada es el Síndrome de Alcoholismo Fetal (SAF), que puede implicar:
- Poco desarrollo muscular, antes y después de nacer.
- Problemas cardíacos.
- Anomalías faciales, como los ojos muy pequeños y el surco del labio poco marcado, y la cabeza muy pequeña.
- Comportamientos problemáticos, como la hiperactividad y la agresividad.
- Dificultades de atención, de memoria y de aprendizaje en el cole.
Si tenemos dudas podemos consultar a nuestra matrona.
Para una información más detallada, visita la web de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.
¡Ojo con las bebidas no alcohólicas!
También hay que tener en cuenta que puede haber bebidas sin alcohol que sí contengan pequeñas cantidades. Las leyes permiten hasta un 1% de alcohol en las «sin». ¿Lo sabías?
Del mismo modo, debemos saber que una cerveza light tampoco es una bebida sin alcohol.
Los especialistas recomiendan reducir a cero el consumo de alcohol desde el primer minuto, porque aunque es lógico que a mayor cantidad, mayor daño, no sabemos qué efecto puede hacerle a nuestro/a bebé pequeñas cantidades. Así que, ¿por qué arriesgarse?