
Un parto en el que se ha respetado a nuestros cuerpos, a nuestros tiempos, a nuestros bebés, a la fisiología de nuestros partos.
Se puede hablar de cuatro tipos de respeto:
1) A la fisiología del parto: no hacer nada que vaya en contra de la misma, por ejemplo: obligar a la embarazada a estar tumbada yendo en contra de la gravedad y dificultando por tanto el descendimiento del /la bebé por el canal del parto.
2) A los deseos y necesidades de la mujer: no impedirle que coma o beba, que esté acompañada por quien ella considere oportuno, etc.
3) A los derechos de la mujer como usuaria del sistema sanitario: fundamentalmente su derecho a la información (existencia de complicaciones, ventajas e inconvenientes de los posibles tratamientos) y a decidir libremente.
4) A los derechos del/la bebé, principalmente a estar en contacto con su madre desde el primer momento y poder disfrutar de la lactancia materna sin interferencias.
El parto respetado es un parto en el que la mujer ha podido elegir, se siente segura, confía en su cuerpo, y las y los profesionales que le atienden.
Por otro lado independientemente del resultado del parto, si finalmente ha habido o no complicaciones y ha sido necesario intervenir, si este ha sido respetado y la mujer siente que ha sido la protagonista, que ha participado en la toma de decisiones, que en definitiva el parto ha sido suyo y de su bebé, se sentirá más satisfecha y con más fuerza para superar cualquier tipo de dificultad posterior.
Más información en El parto es nuestro.